Nuestras rodillas, articulaciones complejas y de alta exigencia, se ven con frecuencia sometidas a golpes directos, torceduras o esguinces, e incluso episodios de inflamación espontánea. Saber qué hacer en estos casos muchas veces marca la diferencia entre una buena recuperación o la presencia de secuelas que pueden acompañarnos el resto de la vida. Aquí te mostramos algunas recomendaciones sencillas que puedes tener en cuenta.
¿Cuándo debo buscar atención inmediata?
Algunos traumas o situaciones deben alertarnos para buscar ayuda médica de forma inmediata, ya que podría verse comprometida la función de la rodilla e incluso la vida.
- Si el dolor se acompaña de inflamación evidente y fiebre: Puede tratarse de una infección articular que requiere diagnóstico y tratamiento inmediato. No lo dudes: consulta por urgencias.
- Cuando existe una deformidad evidente posterior a un trauma, especialmente si es de alta energía (por ejemplo, un accidente automovilístico): Trata de inmovilizar la rodilla (con una tabla y un vendaje sin causar compresión) y traslada al paciente inmediatamente a urgencias. Podría tratarse de una luxación articular que, además de comprometer los ligamentos, puede causar daño en arterias y nervios, poniendo en peligro la extremidad.
- Si hay heridas profundas: Cúbrelas con un vendaje limpio. Por favor, no apliques remedios caseros (café, telarañas, vinagre, clara de huevo, etc.). La herida debe ser adecuadamente lavada, a menudo bajo anestesia, y en algunos casos suturada. Además, puede ser necesario iniciar manejo antibiótico y antitetánico bajo criterio médico. Una herida profunda puede derivar en una infección articular o en una infección extensa de los tejidos blandos, comprometiendo la extremidad o incluso la vida.
- Cuando los primeros auxilios no alivian el dolor o los síntomas: Si el dolor persiste o no mejora, es necesario acudir a un médico para obtener un diagnóstico claro e iniciar un tratamiento adecuado.
¿Cuáles son los escenarios más frecuentes que producen lesiones en la rodilla?
Existen tres escenarios comunes donde suelen producirse lesiones o enfermedades de la rodilla:
- Golpes directos: Por ejemplo, caer directamente sobre las rodillas o chocar la articulación contra otra persona u objeto. Usualmente, estos no producen lesiones graves, a menos que se trate de un trauma de alta energía, como caer desde una altura considerable. Si el trauma es menor, puedes iniciar los primeros auxilios, pero si es imposible mover la articulación por tus propios medios o no hay mejoría con las medidas iniciales, debes consultar de forma inmediata.
- Torceduras o esguinces: Ocurren cuando el pie queda fijo en el suelo y el cuerpo gira sobre la rodilla, causando dolor intenso y gran limitación. En estos casos, pueden verse comprometidos uno o varios ligamentos de la articulación. Puedes aplicar medidas iniciales, pero es imprescindible buscar ayuda médica para aclarar el diagnóstico y determinar el tratamiento definitivo.
- Inflamaciones espontáneas: La rodilla puede inflamarse sin una causa aparente, especialmente en personas con artrosis. Esta inflamación puede desencadenarse por un sobreesfuerzo. Sin embargo, si se presenta inflamación acompañada de fiebre, es vital acudir inmediatamente a urgencias, ya que podría tratarse de una infección articular.
¿Cuáles son las medidas iniciales o primeros auxilios para la rodilla?
- Evalúa la situación: Si identificas un escenario que requiere ayuda inmediata, pide asistencia y localiza un centro médico.
- Aplica el protocolo RICE: Esta herramienta permite un manejo inicial eficaz en las lesiones agudas:
- Reposo: Suspende inmediatamente la actividad que causó la lesión y evita que el daño continúe. Durante el período de reposo relativo, inicia medidas para evitar la rigidez articular o la atrofia muscular temprana. Puedes mover la rodilla hasta donde el dolor lo permita y realizar ejercicios isométricos para prevenir la atrofia muscular.
- Hielo (Ice): Aplica hielo sobre la articulación por períodos de 10 a 15 minutos cada 2 o 3 horas. El frío ayuda a limitar la inflamación y aliviar el dolor. Vigila que el hielo no entre en contacto directo con la piel para evitar quemaduras.
- Compresión: Usa un vendaje alrededor de la articulación, asegurándote de que no quede demasiado apretado ni cause inflamación en el resto de la pierna o el pie. Esto ayuda a controlar la inflamación.
- Elevación: Mantén elevada la extremidad afectada para mejorar el drenaje venoso y controlar la inflamación. Evita colocar almohadas detrás de la rodilla, ya que, aunque son cómodas, pueden causar deformidades difíciles de corregir posteriormente.
- Considera una ayuda externa: Utiliza muletas o bastones para evitar cargar peso sobre la extremidad afectada, especialmente si apoyar produce dolor.
- Medicación analgésica: Puedes tomar analgésicos o antiinflamatorios de venta libre, como acetaminofén o ibuprofeno, siempre y cuando no seas alérgico a estos medicamentos.
Nota final
Estas recomendaciones son medidas iniciales que nunca deben reemplazar una evaluación médica completa. En la mayoría de los casos, las lesiones menores suelen resolverse con estas medidas, pero si los síntomas persisten o empeoran, consulta de inmediato a un médico especialista.